Johnson da Silva Pinto, Recife, Brasil

¿Qué me llevó a involucrarme en la política en la Isla de Santa Terezinha? Mi experiencia comenzó cuando me di cuenta de que podía ayudar a mi comunidad no solo proporcionando un vaso de agua o un trozo de pan a mis vecinos, sino trabajando para que todos los habitantes de mi barrio pudieran tener agua potable en sus casas y todos pudieran tener un trabajo. Pero esto no se puede hacer trabajando solo. Fue entonces cuando empecé a formar parte de la Asociación de vecinos. Y después de un tiempo también acepté ser delegado del Presupuesto participativo de la ciudad de Recife. También empecé a pensar en los intereses de los barrios vecinos, a la ciudad en su conjunto, al bien común… 

La política es un reto y, como he hecho mío este espíritu de unidad, busco la colaboración entre personas de diferentes orientaciones de pensamiento. Aprendes que cada conflicto es una oportunidad para el diálogo, para construir una relación. Durante la campaña electoral, por ejemplo, me encontré con una colega de otra comunidad que me perseguía; quería ser elegida a toda costa, así que su táctica era siempre atacarme. Ambos fuimos elegidos. Empecé a ayudarla, por ejemplo en el Foro de Presupuestos participativos, ya que no tenía experiencia todavía. A veces iba a presentar una solicitud y discrepaba con los demás. Le explicaba que había otras formas de trabajar. Poco a poco fuimos construyendo una relación y ella me lo agradeció. Pero no ha sido fácil; en ciertos momentos te gustaría buscar el enfrentamiento, o quisieras abandonarlo todo, pero luego, sabiendo que alguien ha confiado en nosotros y nos ha elegido, sientes el impulso de continuar.

A menudo ocurre que, mientras planificamos una determinada acción para nuestro barrio, descubrimos que un barrio cercano tiene mayores problemas que el nuestro: ese es el momento de votar para apoyar también el interés de los demás… y vemos que todos salimos ganando. Tenemos que construir puentes, no barreras. Esta es, quizás, la razón de tantas guerras que vemos a nuestro alrededor. En una democracia, la mayoría gana y eso es correcto, pero la minoría no debe ser aplastada por la mayoría ganadora. Como representantes de un segmento de la sociedad, estamos llamados a construir relaciones fraternas con todos.

El canal que atraviesa nuestras tierras se había deteriorado y necesitaba reparaciones urgentes. La comunidad vecina a la nuestra necesitaba arreglar un parque público. ¿A qué proyecto debemos dar prioridad, teniendo en cuenta los limitados recursos disponibles en el presupuesto municipal? No fue fácil llegar a un acuerdo, entre otras cosas porque las familias de la comunidad vecina a la nuestra tienen mayores recursos económicos. En los Presupuestos Participativos, las prioridades se deciden por votación; nuestros votos, los de nuestra comunidad, no fueron suficientes para que se aprobaran las obras del canal y la otra comunidad tampoco tuvo suficientes votos. Así que nos reunimos, hablamos durante mucho tiempo, y cuando se votó para decidir el costo del arreglo de los espacios públicos, apoyamos su petición y ellos votaron por el arreglo de nuestro canal. Sobre todo, pudimos construir una relación entre una comunidad rica y otra más pobre: normalmente los pobres se quedan en un lado disputando quién tiene más, y los ricos se alejan por miedo a ser robados. En cambio, conseguimos desmantelar esta barrera: este fue el resultado más importante.

Un político no es sólo un técnico: el primer ejercicio de la política empieza en casa y es en su interior donde debe empezar a construir una relación con sus adversarios políticos, respetando la idea del otro y presentando la suya propia, sin imponerla.

Un dato más. Al final del mandato anterior, quedaban varias obras pendientes y ahora tenía que señalar al nuevo alcalde la necesidad de continuar. Pero, ¿cómo hacerlo sin entrar de inmediato en tensión? Un día, estábamos inaugurando una carretera y me invitaron a hacer un intervención; aproveché la ocasión y en lugar de decirle al alcalde que faltaba esto y aquello, le señalé que no habría sido  la única ocasión de encontrarnos, que volveríamos a vernos para inaugurar la calle A, la calle B, el nuevo colegio, etc… Enumeré todas las demás obras que mi comunidad esperaba y añadí que estábamos allí juntos para mejorar la vida de la ciudad. Hay que destacar que yo no había votado al nuevo alcalde, pero cuando tomó la palabra, agradeció lo que había dicho. Y al final de esa reunión pública, los concejales y técnicos ya preguntaban qué calles y colegios había mencionado…

 

Creo que la verdadera política consiste en construir el bien. Si empiezo a atacar a mi adversario, no estoy haciendo política, estoy haciendo otra cosa. Mi adversario puede pensar de forma diferente a la mía, puede atacarme, puede tener sus razones, pero yo quiero hacer las cosas de forma diferente hasta que entienda que, aunque pensemos de forma distinta, la nuestra es una posibilidad de diálogo. Aunque esto no signifique que nos encontraremos en el mismo partido. Pero debemos seguir trabajando así, a pesar de que haga más ruido un árbol que cae que un bosque creciendo.